El barrio de A Ponte, que debe su nombre a la existencia de un puente donde se juntan el arroyo que proviene de la fraga de Arante y el río Lexoso, y el templo de Nuestra Señora de las Virtudes fueron espacios referenciales para caminantes y fieles al lado del antiguo Camino Real, hoy Camino Norte de Santiago, que desde Ribadeo nos lleva hasta la ciudad episcopal de Mondoñedo.
En este lugar se documenta la actividad hospitalaria vinculada al Camino ya desde el siglo XVI, con la fundación del hospital de pobres y peregrinos de San Andrés. Los peregrinos solo podían pasar una noche, el encargado de recibirles era el hospitalero, al ser esta una de sus funciones al igual que hacer las camas y la comida “y tenga cargo de labar la ropa y hazer y dar lumbre a los dichos romeros”.
En 1834 una gran riada llevaría por delante el edificio del hospital y la capilla de San Andrés con sus imágenes que estaba unida al mismo, desapareciendo en esta fecha.
Por otro lado, desde la Baja Edad Media, la ermita de Nuestra Señora de las Virtudes fue un santuario muy visitado y venerado. La fama de milagrera, el gran número de exvotos dejados por los fieles, las fiestas y procesiones marianas que aquí se celebraban, los donativos recogidos y su situación al lado del camino son pruebas de la atracción que durante siglos ejerció este santuario y que aún perdura en nuestros días.
A principios del siglo XVI, el santuario tenía la estructura interior que conserva en la actualidad. Está compuesto por una sola nave rectangular con tres puertas de medio punto, un arco triunfal apuntado y una capilla mayor (presbiterio). La capilla presbiterio, el altar mayor y el retablo de madera policromada, de estilo renacentista, con fecha de 1570.
Los obispos mostraron un marcado interés por el culto en el santuario como muestra el hecho de que a finales del siglo XVII el cura de Arante fue autorizado a celebrar dos misas en la ermita, cuando por norma general los párrocos no podían celebrar más de una misa dominical. Así mismo, la documentación de la época apunta a que se hacían por lo menos dos o tres procesiones anuales, en la actualidad se celebra una sola el lunes de Pentecostés.