Pasado el lugar de la “Casa da Edra”, el camino de peregrinación entra en la parroquia de San Vicente de Covelas por el lugar de Vilela. Es un pueblo de gran antigüedad, ya que aparece entre los pertenecientes al monasterio de Lourenzá ya en el año 1131; la presencia de los monjes explicaría su temprano desarrollo. En el siglo XII pasó al patrimonio del cabildo de Mondoñedo.
Su urbanismo es el típico de los pueblos atravesados por una importante vía, con casas que se estiran por ella y por los caminos menores que confluyen. Hoy presenta algunos magníficos ejemplos de arquitectura tradicional, pero dista de ser el núcleo activo que en el siglo XVIII era capaz de mantener dos tabernas abiertas.
Su coqueta capilla, que honra a la patrona de las gentes del mar, se trata de un edificio sencillo, de muros recubiertos de hormigón y cubierta a dos aguas de pizarra. Fruto de la devoción popular, su única nave está presidida por la imagen de la Virgen, a la que acompañan San Marcos y la Dolorosa.
En el atrio, un ilustrativo esbozo marca las etapas del camino en el término municipal de Ribadeo.